miércoles, julio 30, 2003

DANZA CONTEMPORANEA II (19/julio/2003)

Rosa al viento y no me refiero a la flor sino al color del vestido como velo que te cubre; cuerpo en movimientos que imitan gráciles animales como gaviotas, gacelas, colibríes; y a la vez presentan la fuerza de músculos tensos cual delfín.

Hay un eco distante de algarabía, como carnaval, pero te escucho con ojos absortos y bloqueo las imágenes que me pudieran inducir aquellos ruidos profanos. ¿Podria alguien gritarles que una ceremonia al arte esta sucediendo?

Tu cabello leonino me hipnotiza y tus ojos felinos acechan al espectador para asaltarlo a través de tus movimientos; tu cuerpo perfecto marca el ritmo de música celta, música de coros lejanos y misteriosos, música que rememora nuestra ancestral dependencia de la madre naturaleza.

El vestido se evapora al tratar de ceñirse a tu cuerpo, dejando ver tus senos y los músculos de tu vientre

Sufro por el recuerdo que me acecha, recuerdo de tu cuerpo, de tu desnudez, de tu vello púbico, de tus muslos; solo me queda la prenda íntima de la que te despojaste justo antes del coito, prenda blanca, que recuerda tres puntos unidos por algodón o seda

Lo único que podría explicar y entender el vaivén de tus caderas es el azar, sin embargo existen reglas que deben ser seguidas, que deben cumplirse para la armonía, todo en este ritual forma parte de un solo cuerpo, de una sola alma

Esa mirada rodeada de negro recuerda tiempos en el que el espíritu participaba en ritos arcanos, ritos de luna llena y sangre, frecuencias bajas venidas del centro de la tierra, ritmos de la vida primitiva, de seres anteriores al hombre

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