A MI MADRE

El SILENCIO cayó por la ladera de una montaña. Yo llegué tiempo después. Él estaba malherido, su rostro melancólico estaba sucio por un lodo de tierra y sangre. Sus manos se alzaron temblorosas al verme. Sentí mucha lástima. Lo tomé en mis brazos y lo lleve a la orilla de un río cristalino que caía estrepitosamente a través de una cañada. Limpié su cara mientras intentaba platicar con él. Lo alimenté con algo que traía en mi morral. Su rostro comenzó a dibujar una sonrisa agradecida. Abrió su boca y me sopló su paz a la cara. Cerré mis ojos y me imaginé entre los brazos de mi madre. Por primera vez, desde hace tanto tiempo, me sentí seguro y amado.
Al abrir los ojos él ya no estaba.

EN TU AUSENCIA...

Dejaste tu humedad en el borde de mi mesa.
Caen dos gotas de placer sobre la alfombra
antes de poder evitar tal desperdicio con mi mano.

Pongo mi mejilla sobre ese néctar
y me entrego al recuerdo;
rodeado de tu aroma mas intimo.

Dos razones para seguir escribiendo:
1. Porque es una forma de hacer que las ideas revueltas que andan en mi cabeza encuentren algo de sentido. Una vez en fila las puedo ordenar de mayor a menor y así lidiar con ellas una a una. Lo mejor de este método es que cada vez que me canse de luchar con una imagen mental puedo pasar a la siguiente, dejando el suspenso de la solución de la anterior, para momentos posteriores en los que la mente esta mas fuerte y mas lúcida
2. Porque quiero que la gente sepa quien soy en realidad, que lea acerca de mis miedos, mis angustias, mis dolores, mis alegrías, mis fantasías y tantas otras cosas que en la vida diaria hay que tragarse hasta encontrar el mejor momento para vomitarlas. Pero muchas veces, ese momento nunca llega. La escritura es una forma de comunicación en la que el límite lo pone el lector; el escritor, por su parte, no tiene limite.

Despues de tanto esfuerzo, solo queda la misma situacion. No se ha resuelto nada. El tiempo no se ha ido y esto se debe enfrentar en soledad. Igual que ayer.