martes, junio 14, 2005

Mi cuerpo comienza a perder su belleza. No es que haya tenido un cuerpo atletico, ni que con él haya logrado grandes hazañas. Lo que pasa es que alguna vez hice las paces con él y logré que me gustara como era. Delgado de las piernas a las manos, tez blanca, barriguita, muslos fuertes pero chorreados, nalgas voluminosas y también caidas. Mi rostro con la cicatriz en el labio superior por un accidente de infancia. Cabello negro intenso, agradable al tacto por su suavidad. Una frente muy expresiva, se adelanta a emitir juicios del mundo antes que mi mente haya formulado una idea objetiva.

Hoy inicié esta reflexión porque pude contar una decena de vellos que han salido en los lugares más lampiños de mi cuerpo. Observé unos lunares rojos que aparecen aleatoriamente sobre la piel provocándome un poco de temor. Los pelos de mis cejas comienzan a crecer sin uniformidad, matizando mi mirada de una extraña locura. Y que decir de los pelos en los lóbulos de las orejas o de la nariz, gruesos, torcidos, extraños.¡¡¡¡Carajo!!! Tengo 34 años y ya me preocupan esas cosas.

Pero lo más triste sería, que por arrogancia "juvenil", me perdiera de observar el cambio sutil que ha iniciado. No quisiera llegar un día al espejo y con extrañeza preguntarme cuando me hice viejo.

No hay comentarios.: