lunes, junio 06, 2005

Lo acepto. Soy machista. Me lo confirma mas mi asombro ante las cosas que van en contra del status quo que mis acciones.

Defiendo la igualdad de oportunidades para hombres y mujeres en todos los ámbitos salvo cuando estos dos géneros se encuentran, es decir, a la hora de las diferencias inherentes a nuestra sexualidad: menstruación, eyaculación prematura, problemas de erección, libertad de decisión para el aborto, concepción, etc. Creo que sido respetuoso de las igualdades y diferencias de género en las acciones. Podría decir que mi conciente está por encima de mi subconciente a la hora de actuar. Pero mi subconciente todavía vive en los 70s

Ayer asistí a un recital de canto organizado por la esposa de un amigo mío, quien es maestra de canto. Fui parte de la audiencia de un evento que costó poco más de 45 mil pesos tan solo para pagar el uso de las instalaciones del teatro, eso sin contar salarios de mucha gente que trabajó como voluntaria. El evento incluia 30 canciones donde los estudiantes no solo interpretaban las canciones del programa, sino que tambien bailaban, actuaban, sonreían, se movían entre canción y canción dando paso, de manera muy profesional, al siguiente intérprete.

El espectáculo duro casi dos horas y media y escuchamos, desde composiciones de ópera hasta algunas de broadway pasando claro está por algunas canciones escritas por las mamás de algunos de los incipientes artistas. El resultado de horas de esfuerzo fue una tarde de reflexión: "en este rancho se hacen muy buenas cosas y yo conozco a una mujer que es capaz de hacerlo de manera muy profesional."

En medio de la penumbra del lugar, asombrado por lo que vi, pensé en todos los detalles que hay que resolver. Enumero: más de 30 intérpretes, un staff de traspuntes, micrófonos, vestuario, escenario, luces, selección de canciones, transición entre canciones, pasos de baile, reverencias al público, programas con las canciones, boletaje, promoción e invitaciones, pagos al inmueble, cobrar a los papás que quieren de antemano sus boletos para regalarlos, lidiar con papás que quieren el protagónico para su hijo amateur, etc.

Imaginé todo esto y pensé que chingona mujer, ella, la esposa de mi amigo y en ese momento me asaltó la imagen de él encargado de sus hijos mientras ella tenía a su cargo toda la organización del evento. Él, que tambien trabaja y tiene su negocio para traer la mayoría del sustento de aquella casa. Un hombre que ya no veíamos los fines de semana porque estaba en casa cuidando a sus retoños. Me asombré de mi asombro. Admiré a los dos, hombre y mujer, trabajando juntos.

Cuantas parejas hay así en este país, en esta ciudad, deben de ser pocas. Vivimos en un sociedad donde la mujer se está emancipando pero a costa de, muchas veces, quedarse sola porque ahora los hombres respetamos a las mujeres chingonas pero las dejamos solas, nos asustan.

Que caso hay en llamarse feminista si, al momento de conocer a las mujeres capaces, nos alejamos temerosos de ver nuestra casa tomada por una mujer que puede opinar con motivo y razón. O que puede salir a realizar una empresa como la que ví el día de ayer y tener que quedarse en casa cuidando a los hijos.

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