miércoles, abril 13, 2005

Sé de una mujer que tiene que luchar en soledad contra una enfermedad peligrosa. Tiene hijos pequeños pero no puede tenerlos junto a ella para no preocuparles

Sé de otra mujer enamorada que por no perder a su hijo quizás tenga que renunciar a su amor.

Sé de un hombre que tiene hijos y se siente frustrado, los hijos tomaron su vida.

Sé de otro hombre que quiere ser padre, que ríe con los niños pero que tiene miedo de equivocarse al momento de elegir a la madre.

Los hijos, esos seres indefensos que remueven heridas del pasado y reviven los sueños asesinados por la madurez, son un tema aparte. Cada mujer y hombre llevan su propia historia al momento de enfrentar la maternidad o la paternidad.

El tiempo corre y la falta de energía se convierte en mecanismos de defensa. Defensa contra nuestros hijos, contra nosotros mismos.

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